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Quién soy

Soy Elia María Vargas Borges, graduada en Derecho en la Universidad Santa María de Venezuela; Mediación familiar, social y comunitaria acreditada por la UNIR; máster en Orientación Familiar acreditado por el Instituto Panamericano de Educación para la Familia; curso de Afectividad y Sexualidad acreditado por la Universidad Francisco de Vitoria.

Para cualquier duda que tengas puedes enviarme un correo a eliamariavargasborges@gmail.com.

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¡Muchas gracias!

EL POSTUREO

Esto es un trabajo que ha hecho una de mis hijas para clase, lo comparto porque me ha gustado un montón, no lleva mucho tiempo leerlo y es entretenido, ¡espero que os guste!

1. INTRODUCCIÓN

Desde que era niña, me ha gustado leer las biografías de personajes célebres, y, siempre que los autores definían su físico y los etiquetaban como seres atractivos y guapos yo me los imaginaba como el prototipo de belleza que tenemos hoy en día. Pero, cuando veía las fotos, me decía a mí misma que los autores tenían un gusto pésimo y que no sabían lo que era la verdadera belleza.

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Una de las biografías que leí era la Edith Stein, y la verdad, me sorprendió cómo la describían en el libro y cómo la veía yo en la realidad. La foto pertenece al año 1914, pero, examinando muchas de las fotos de esa época (retratos de los amos de una casa, anuarios o soldados que murieron en la guerra), tienen todas el mismo estilo pero con un fin distinto al que muchos tienen hoy el día: el recuerdo. No sonríen, no “posan”, sólo quieren la imagen para conmemorar aquel día.

De lo que voy a hablar es de cómo vemos nosotros las imágenes ahora, el sentido que tiene el llamado “postureo” y el impacto que tiene en nuestra sociedad.

2. ¿QUÉ ES EL POSTUREO?

El término postureo definido por la RAE (sí, aunque no lo creas está reconocido) viene descrito así:

“Dícese del conjunto de actos y actitudes que convergen en la consecución, o intento de acercamiento hacia un estatus social correspondiente a una categoría diferente de la persona que lo ejerce”.

En otras palabras, es mostrarse como algo que no se es, es dar a entender a través de una foto o un vídeo una escena que no es la verdadera realidad.

Es plasmar en imágenes momentos para que los demás los vean. Pero traducidos al pensamiento humano, una foto en Instagram bailando con una copita en la mano, puede querer expresar muchas cosas, como “mira, este fin de semana he salido de fiesta”, o, siendo un poco más retorcidos, cuando se acaba de terminar una relación es un “mira que bien estoy sin ti”.

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Es un lenguaje totalmente distinto, ya no te diriges a la persona para contarle algo, porque ella ya lo sabe antes de que tú cuentes nada, simplemente porque tiene cuatro cuentas en las redes sociales.

Voy a poner un ejemplo: son las diez de la mañana de un domingo de resaca, y los “500 amigos” de Laura (por poner un nombre) ya saben por Twitter que está pasando por un mal momento porque su relación se ha acabado, por Snapchat que se había emborrachado, por Facebook que la noche la empezó como Olivia Newton John y la acabó como Amy Winehouse, y por Instagram que tiene un montón de amigos guapos porque la foto ha pasado por ocho filtros antes de ser subida. Cuando la realidad de todo esto es que se pasó horas arreglándose con sus amigas y se hicieron cuarenta y tres fotos por aburrimiento de las cuales UNA después de ser mil veces retocada la subió a Instagram. Su “amiga”, a la que no le importa dejar mal a los demás subió cuatro a Facebook sin preguntar, un desconocido le grabó un vídeo de Snapchat mientras estaba borracha y tuiteó a las cuatro de la mañana que echaba de menos a su ex.

Esto es el postureo.

El problema de las redes sociales no son las imágenes que continuamente publicamos, porque no tiene ningún mal en sí, sino saber canalizarlas en el verdadero momento y dirección.

3. LOS PROBLEMAS DE LA GENERACIÓN MILLENNIAL

El término Millennial viene dado a que son la generación que se hizo mayor de edad con la entrada del nuevo milenio: son aquellos nacidos entre 1980 y 2000 (aproximadamente) que tienen unas características propias, es decir, tiene una personalidad. Son los hijos de la generación del Baby Boom.

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Con esto no quiero decir que todos tengamos la misma personalidad, sino que todos los de esta generación estamos influidos por cosas muy parecidas.

Somos una generación en la que estamos muy bien preparados académicamente, gracias a los numerosos avances que ha habido en la sociedad. La pega, es que estamos mal acostumbrados a la “buena vida”, que mal llevada puede desembocar en una enorme prepotencia.

Constantemente se publican artículos de lo bueno que es querer a los demás, la dieta sana, y tener una mente equilibrada. Y muchos piensan ¡es verdad, cuánta razón! Por lo que, los que tienen un poco de cabeza lo pondrán en marcha, y los que no, volverán al postureo, que es lo que vengo a analizar:

  1. Querer a los demás

    A muchos de nosotros, nos han educado de esta forma: nos han enseñado que hay que preocuparse por los demás. Pero no todos lo entienden, ya que la distorsión entre el mundo real y el virtual genera mucha confusión.

    En la siguiente estadísica se muestran los motivos por los que actúan los agresores escolares (sacada de febrero de este año) :5..jpg

    Y se refleja, que el objetivo del respeto a los demás no está muy logrado. Nos topamos constantemente con este tipo de artículos que nos informan sobre lo que está pasando, pero está más de moda, y es mucho más atractivo tener como portada en Facebook una foto con un montón de africanitos sonriendo que una con el “aislado socialmente” de la clase. El postureo no es irse a países pobres a ayudar a los demás (que ojalá esto se mantenga), sino cometer la hipocresía de gastarse 2000 € en un viaje para construir un colegio en una ciudad perdida del África Subsahariana y luego no ser capaz de poner la mesa en casa o de hablar con cariño a la familia, porque claro, no es lo que se lleva.

  2. La vida sana

    Todas las páginas web de las revistas de moda tienen un apartado “fitness” o “alimentación y nutrición” que habla de lo de moda que está entre las modelos de Victoria’s Secret las tres b: ballet, boxeo y bici; lo buenas que son las semillas que contienen un montón de fibra y lo detox que resultan los famosos “batidos verdes”. A día de hoy fuma mucha menos gente, se promueve la comida sana y el deporte, y, a veces, como no, se lleva a los extremos. La última moda que pasó por las redes y está calando en los institutos es la siguiente:

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    Tu cintura debe medir lo que mide un DINA4”. La cosa va de que, si lo consigues ¡felicidades!, subes la foto a las redes y formas parte de ese grupo selecto de chicas que “se cuidan un montón”.

    Por otro lado, a raíz de esto, surgieron (como siempre) críticas del extremo totalmente opuesto que decían que cada uno tenía que aceptarse como era. Esto también es verdad, pero volviendo al punto de partida (al mal entendimiento de las cosas), se publicaron numerosos artículos que prácticamente defendían la obesidad. O blanco o negro.

  3. La mente equilibrada

    Otra de las prácticas que está muy en boga es subir fotos con mensajes que pongan cosas como “haz que la vida valga la pena” o “tú puedes con todo”. Y, ¡qué bonito es pensar todo esto! Pero nada puede estar más alejado de la realidad, ya que, según las estadísticas, el 40% de las personas en España padecen ansiedad o depresión.

    Una sociedad un poco bipolar, que se muestra en la red de una forma muy positiva, y por dentro está totalmente destrozada.

4. EL EFECTO LIKE

Si entramos en la red social de cualquier persona, sin conocerla mucho, el número de “likes” o seguidores que tiene en cada una de sus cuentas nos pueden orientar a conocer su popularidad en las redes sociales. Constantemente se publican artículos como “Kendall Jenner es la modelo más famosa en Instagram” o “Gigi Hadid cuenta con más seguidores que su hermana”, y, como la generación Millennial quiere seguir sus pasos, piensa que el éxito está en tener la aprobación de mucha gente en las redes.

Todo muy estratégico.

    Una adolescente que quiere tener seguidores, no subirá a secas una foto de una excursión. Probablemente de las tres fotos que ha sacado haya cogido una, la haya cortado para que no se vean sus “cartucheras” y le haya puesto mucho brillo para tapar las ojeras y los granitos. Pero ¿está mal querer salir bien en una foto? Por supuesto que no, lo que es preocupante es dejarse dominar por ellas. El like es el boca a boca de hoy en día. Cada vez que alguien marca me gusta en algo, sus amigos verán su nombre y la foto o anuncio debajo.

Por esto, muchos adolescentes canalizan su autoestima en el número de gente que los sigue en Instagram o en el número de amigos que tienen en Facebook.

La autoestima, se reconoce como un indicador del desarrollo personal fundado en la valoración, positiva, negativa o neutra, que cada persona hace de sus características cognitivas, físicas y psicológicas.

El problema radica en que si la autoestima se desarrolla en algo superficial (como lo que vemos de los demás) en vez de basarse en lo bueno que se tiene de uno mismo, se crea un círculo en el que las decisiones que se toman dependen continuamente de los demás.

Esto influye mucho en las decisiones políticas, morales y de desarrollo del carácter porque si una persona quiere imitar a toda a costa a otra sólo por el número de seguidores que tiene, intentará ser quien no es y pondrá un obstáculo en la felicidad que podría alcanzar si intentase desarrollar sus puntos fuertes.

El psiquiatra Enrique Rojas, autor de muchos libros de los que habla sobre este tema, nos dice que hay cuatro pilares para tener una vida plena: el amor, el trabajo, la cultura y la amistad. Según él “la felicidad consiste en tener un proyecto de vida coherente y realista en donde necesitas sacarle el máximo partido a esta tetralogía que circula dentro de nuestra forma interior”. Y nos aconseja los siguientes puntos para reforzar la autoestima:

  1. Reconoce y valora las cosas buenas que tienes.
  2. Identifica dos errores de tu conducta y lucha por corregirlos en los próximos meses.
  3. Céntrate en la tarea que tienes entre manos en este momento.

Y es cierto, a todos nos gusta gustar, que nos miren y nos reconozcan. Cada uno tendrá su punto: la inteligencia, la belleza, la cultura… pero no es bueno caer en el autoengaño, ya que, aunque esas cosas forman parte de nosotros, no podemos basarnos en que la gente nos querrá solo por eso, ya que quien nos quiere de verdad, nos quiere como somos al completo. Nos gusta el físico, sí, pero nos enamoramos de la persona.

5. ESCLAVOS DE LA PASIÓN

El título pertenece a un capítulo del libro “Inteligencia Emocional” de Daniel Goleman. Dice que “el dominio de uno mismo, esa capacidad de afrontar los contratiempos emocionales que nos deparan los avatares del destino y que nos emancipa de la «esclavitud de las pasiones» ha sido una virtud altamente encomiada desde los tiempos de Platón […]. El intento de acallar las emociones conduce al embotamiento y la apatía, mientras que su expresión desenfrenada, por el contrario, puede terminar abocando, en situaciones extremas, al campo de lo patológico (como ocurre, por ejemplo, en los casos de depresión, ansiedad aguda, o cólera desmesurada).  La vida está sembrada de altibajos, por eso debemos mantener el equilibrio”.

Otro tipo de postureo, que yo diría que es el más peligroso, es el de publicar esos extremos constantemente en las redes sociales, que al fin y al cabo corrompen la intimidad de la persona. Es otra moda, un intento fallido de hacerse fuerte diciendo al mundo que no le importa que todos sepan sus secretos. Puede parecer un desahogo, pero en realidad demuestra inseguridad y falta de confianza.

Para que se entienda mejor: son mensajes, especialmente de adolescentes en plena revolución hormonal y de adultos que demuestran una clara inmadurez que, sin querer, dicen mucho más de sí mismos de lo que probablemente quieran. Y en algunos, solo por esos picos emotivos que publican, se refleja claramente su inestabilidad, y de otros, leyendo entre líneas, se puede saber cómo les trata la vida.

La intimidad, es la “zona vip” de una persona, algo importante en cada ser humano, y sin querer, sólo por el deseo de hacer estas cosas públicas mostramos mucho más de lo que queremos. Si yo te dijera que las siguientes imágenes son de la misma persona, sin conocerla ya me podrías decir que tiene un hijo, problemas económicos, y no está del todo contenta con su imagen.

No voy a juzgar más o menos lo que publican los demás, ya que los ejemplos anteriores son algo muy común en la sociedad, pero sí he visto posts (pocas veces) que dicen cosas como “te odiaré para siempre” o “mi vida es una mierda”, que claramente reflejan la poca importancia que se puede dar alguien a sí mismo o a los que tiene alrededor; y en consecuencia un desequilibrio personal.

6. NOS GUSTA EL HUMOR ESPAÑOL

No soy española de nacimiento, pero me he criado aquí, y me hace reír lo mismo que al resto. No quiero que esto se base en continuas malas críticas, ya que todo en extremo es malo.

He de reconocer, que la cultura española del “postureo” no se limita solo a dar la imagen que no se tiene: mucha gente lo usa también para reírse o para hacer reír a los demás.

Cómicos como Daniel Rovira , Jorge Cremades o José Mota lo recrean muy bien en sus vídeos, ya que tienen la capacidad de imitar las situaciones que nos suceden a todos sin caer en la vanidad (o al menos eso pienso yo) con tal de hacernos pasar un buen rato.

Mismamente, dentro de las redes hay una página en Facebook que se llama “Postureo Español”, y no hace excepciones. Se ríe de todo y de todos, y nos hace ver que todo puede tener un lado divertido publicando imágenes como estas:

Al ciudadano español, le gusta reírse de sí mismo, y aquellos que tienen un mínimo de inteligencia emocional saben desconectar de sus problemas gracias a este tipo de cosas.

Pero no todos saben verlo, ya que depende de cómo haya desarrollado cada uno su personalidad para tener un punto de vista positivo. Puedes ser un gordo asqueroso o estar fuertecito, y puedes ser el tímido sin habilidades sociales que intenta ser ignorado por miedo al rechazo o el misterioso reservado e inaccesible que no habla, pero desprende un halo interesante.

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7. EL PUNTO FINAL

¿Cuál es el desenlace de todo esto? ¿Qué puede buscar la generación Millennial? Está claro que busca la aprobación, encajar, y como fin último la felicidad. Pero ¿realmente usamos las redes sociales porque somos felices o como medio para ser felices?

La cuestión radica en que cada uno se plantee pensar cuánto se conoce. Reconocer que tiene humanidad, y que el sufrimiento, aunque no se publique como modelo a seguir, forma parte de nuestra vida.

Y no es tan complicado, una gran parte de nuestros problemas se basa en el autoengaño, y cosas tan simples como pedir perdón o dar las gracias pueden enredarse si no tenemos claro lo que queremos. Lo refleja muy bien la navaja de Ockham: «pluralitas non est ponenda sine necessitate», las cosas esenciales no se deben multiplicar sin necesidad. Ya que cualquier problema tiene solución, y para infinidad de problemas hay infinitas soluciones, unas más sencillas que otras.

Hay que salir de la caverna de Platón, y, poniendo los pies en la tierra, hacerse consciente de la realidad que nos ofrece el mundo para saber manejarla con equilibrio.

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Lazos de amor entre líneas

Ese lazo grande, fuerte con el que estoy unido por amor y para amar es un: DECIDO HOY QUERERTE PARA SIEMPRE, y un ACTO DE VOLUNTAD DEL SER HUMANO.

Todos los seres humanos estamos unidos a alguien: padres, hijos, hermanos, primos, amigos… vale cualquier parentesco o amistad; pero, tristemente, muchos comparten su unión en la misma medida a la televisión, el móvil o el coche; que al fin y al cabo, son cosas que reflejan la capacidad de poseer.

A las parejas que están casadas las une un contrato si es solo civil, o un vínculo si se trata de alguna creencia. Porque cuando hay una unión, hay algo que te ata a eso a lo que estás unido. En el matrimonio o en la pareja normalmente es el amor; pero existen otras causas por la que te puedas haber unido, esas cosas que el tiempo se va llevando, como la belleza o el dinero, que se esfuman poco a poco.

El amor es el valor indispensable para que una relación permanezca en el tiempo.Pero ese amor no es el sentimiento del primer día, es el amor que es el valor de una decisión.

Mirad, hay amores que nos vienen dados: los padres, los hermanos, los abuelos, los hijos… Porque no los podemos escoger, y lo normal es que existan lazos que nos unan, ya que por mucho que digamos que éste ya no es mi hermano, lo seguirá siendo para siempre.

Y partiendo de esto, ¿cuáles son los lazos que me unen a un amor que no me viene dado? ¿la posesión, como a las cosas? No, no lo es.  Con esa actitud no entiendes lo que es una relación interpersonal y cara a cara.

Ese lazo grande, fuerte con el que estoy unido por amor y para amar es un: DECIDO HOY QUERERTE PARA SIEMPRE, y UN ACTO DE VOLUNTAD DEL SER HUMANO.

Cuando me consultan padres que tienen problemas en la relación con sus hijos o parejas que quieren solucionar sus dificultades, les digo que debemos leer un poco más entre líneas.

Pero, ¿leer el qué? Pues el “manual de la vida en pareja” y el “manual para educar a sus hijos”.

Una vez hice esta pregunta en una conferencia: ¿cuántas veces te has leído el manual de la caldera o el de la lavadora? Y la respuesta general fue casi nunca o nunca. Excepto cuando deja de funcionar. Entonces es cuando toca desempolvar el cajón de los manuales y es donde encontramos la solución. Los más manitas sacarán la caja de herramientas, pero los que no, llamarán al técnico, que entrará en la intimidad de nuestra casa.

Sin embargo, cuando tenemos con nuestra pareja un problema mínimo de entendimiento, y vamos al cajón de manuales, no sabemos dónde está.  No obstante, os aseguro que en cada ser humano siempre hay algo positivo: búscalo y empieza a leer allí; encontrarás frases y hechos en los que no habías pensado. Busca ayuda, intenta formarte. Esto es lo que abrirá los canales de comunicación; no tanto porque el curso o el ponente sea maravilloso, sino porque os dará herramientas para animaros a pensar cómo solucionar las cosas.

Sí, es verdad que la teoría siempre es más fácil contarla, pero la práctica de la vida es muy distinta. Porque es en el día a día donde veréis entre líneas qué es lo que os facilita u os impide esa decisión de “hoy decido quererte para siempre”. Y la dificultad de esto radica en saber leer.

En primer lugar, tenemos las emociones básicas: alegría, tristeza, ira, miedo y asco. Descritas así por el  Dr. Dacher Keltnher; psicólogo californiano y guionista de la película Del revés.

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¡Qué maravilloso es ese día en el que me despierto alegre, pletórico, porque me han ascendido y además me han subido el sueldo! Pero ¡cómo se entristece el hogar cuando un familiar muy querido está gravemente enfermo!

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Otro día estoy lleno de rabia porque me abollaron el coche, o me lo remolcaron mientras iba un minuto a comprar algo a la farmacia.

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Y al siguiente estoy muerto de miedo porque estoy en la cuerda floja ya que hay una reducción de personal importante, y puedo ser yo uno de los desafortunados…o si tengo una empresa y de repente empiezan a disminuir los contratos y además llega una competencia que parece que va a hacer desaparecer la mía.

Miedo al fracaso, miedo ante una catástrofe.  He de decir que el miedo es una de las emociones que más impide conseguir metas y objetivos en la vida.

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O llega esa otra situación en la que me doy cuenta de que esa persona a la que tanto aprecio, me ha engañado y estoy decepcionado y asqueado con la vida.

Estas y muchas cosas más nos podrían llevar a sentir emociones que nos impulsan a sentir algo que influye necesariamente en el día a día. Todos esos sentimientos, gustos y reacciones inmediatas o automáticas están en el sistema límbico.

Pero luego, pasa una cosa… dicen los psicólogos que en el lóbulo frontal del cerebro existe una parte inteligente que es la razón, la propia inteligencia en sí misma que puede encauzar todas esas emociones y darles forma: alimentarlas y rechazarlas, o tenerlas en su justa medida.

Esa inteligencia que tenemos allí es para pensar, concretar y actuar, pero para darle forma voy a hacerlo a través de cuatro virtudes que nos pueden ayudar a canalizar esa emoción y buscar el equilibrio: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

  1. PRUDENCIA: Con origen en el latín prudentia, es un término que se emplea como sinónimo de sensatez, mesura, cautela o moderación. Se trata de la virtud que lleva a alguien a desenvolverse de modo justo y adecuado.Resulta interesante mencionar que el pueblo egipcio solía representar a la prudencia a través de una serpiente con tres cabezas (una con apariencia de león, otra de lobo y otra de perro). Y es que, para ellos, un individuo era prudente cuando tenía la astucia de las víboras, el vigor de los leones, la agilidad de los lobos y la paciencia propia de los “canes”.
  1. JUSTICIA: del latín iustitĭa, es la concepción que cada época y civilización tiene acerca del sentido de sus normas jurídicas. Es un valor determinado como bien común por la sociedad. Nació de la necesidad de mantener la armonía entre sus integrantes. El  jurista Ulpiano la definió así: Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi; «La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho».  Los preceptos o mandatos del derecho son: «honeste vivere, alterum non laedere et suum quique tribuere…» «vivir honestamente, no hacer daño a nadie y dar a cada uno lo que le corresponde». Igualmente, la justicia ha sido entendida como virtud humana, y puede ser definida como el arte de hacer lo justo, y de «dar a cada uno lo suyo».
  1. FORTALEZA: es la capacidad para soportar problemas y adversidades; firmeza de ánimo. Para la doctrina cristiana, la fortaleza es una virtud cardinal que se basa en derrotar al temor y huir de la temeridad. Supone, por lo tanto, firmeza ante las dificultades y constancia en la búsqueda del bien y de la justicia.
  1. TEMPLANZA: es la virtud cardinal que recomienda moderación en la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. En un sentido más amplio, los académicos la definen como sinónimo de «moderación, sobriedad y continencia».

Conjugar las emociones del sistema límbico con estas cuatro virtudes inteligentes que tenemos inscritas por ley natural en lóbulo frontal, son las líneas que pienso que debemos leer, para decidir e ir a la conquista de la voluntad.

Voluntad procede del latín voluntas-atis, que significa querer. El origen de este término se remonta al siglo X; y después, en el XV, aparece la expresión voluntario (del latín voluntarius);  que significa persona que por su voluntad presta servicio o trabajo.

 Tras esta descripción etimológica, hay que decir que ésta implica tres cosas: la potencia de querer, el acto de querer y lo querido o pretendido en sí mismo.

Y de toda esta explicación podemos extraer una primera aproximación para definir la voluntad: aquella facultad del hombre para querer algo, lo cual implica admitir o rechazar. Hay un primer paso para esto: la apetencia. Pero la voluntad consiste, ante todo, en un acto INTENCIONAL, de inclinarse o dirigirse hacia algo, y en él interviene un factor importante: la decisión.

La voluntad, como resolución, significa saber lo que uno quiere o hacia dónde va; y en ella, y con esto termino, hay tres ingredientes asociados que la configuran en un todo:

  1. Tendencia. Anhelo, aspiración, preferencia por algo. Su origen etimológico proviene de tendere, inclinarse, dirigirse, poner tirante, acción de atender. Constituye una primera fase, que puede verse interrumpida por circunstancias del entorno.
  1. Determinación. Aquí hay ya distinción, análisis, evaluación de la meta pretendida, aclaración y esclarecimiento de lo que uno quiere.
  1. Acción. Es la más definitiva y comporta una puesta en marcha de uno mismo en busca de aquello que se quiere.

Como resumen, la tendencia es lo que prefiero (allí están las circunstancias, emociones y motivaciones); la determinación, que pasa por mi razonamiento inteligente a través de las virtudes, aclara hacia dónde quiero ir, y con la acción decido y pongo en práctica el HOY DECIDO QUERERTE PARA SIEMPRE.

La inmadurez sentimental del hombre

Os dejo este artículo del Dr. Enrique rojas

Solo quien es libre es capaz de comprometerse

La vida consiste en un aprendizaje continuo. Una de las piedras angulares de la educación es tener conciencia de las propias limitaciones. La cultura abarca muchos campos, que se abren en abanico en distintos terrenos. Vengo observando desde hace un cierto tiempo un fenómeno que me llama poderosamente la atención: la falta de madurez afectiva en hombres jóvenes, que van de los veintitantos años largos en adelante, que no saben gestionar de forma sana el mundo de las emociones.

La educación sentimental es una pieza clave de la cultura. Difícilmente una persona podrá alcanzar un adecuado desarrollo psicológico si no sabe educar y enfocar de forma sana los sentimientos. Vivimos en una época de intensa incultura afectiva en el hombre (que no en la mujer), que se manifiesta de modos muy diversos: infidelidad de muchas parejas, consumo de sucedáneos sentimentaloides, amores ficticios, relaciones frágiles que se rompen y se recomponen y se vuelven a romper, rupturas traumáticas, amores eólicos y mucho desamor en nuestro entorno.

Los sentimientos son una base importante de nuestra existencia. Nuestra primera aproximación a la realidad es afectiva: esto no me gusta, aquello no me cae bien, me dio mala impresión… son frases que decimos en el lenguaje coloquial. Tengo que hacer la siguiente afirmación antes de seguir adelante: la mujer sabe mucho más de la afectividad que el hombre, conoce ese campo, lo cultiva y lo sabe expresar de forma más clara y eficaz. El hombre está en otros temas (la actualidad política y/o económica, su trabajo profesional, lo deportivo y un largo etcétera), de tal manera que se ha ido produciendo en los últimos años una marcada socialización de la inmadurez sentimental del hombre, que es casi un escándalo en la falda de este siglo XXI, hombres que solo quieren pasar el rato con una mujer, divertirse, pero que huyen ante cualquier cosa que huela a compromiso.

El mapa del mundo sentimental produce choques y enfrentamientos frecuentes. Unos son plácidos, otros producen temor e incertidumbre, otros gratifican con su presencia. No es una materia de corte matemático, sino que tiene profundas raíces psicológicas y presenta una amplia gradación de tonos y colores. El objetivo de la educación sentimental es lograr un buen equilibrio entre corazón y cabeza, entre lo afectivo y lo racional.

En el siglo XVIII, la Ilustración produjo la entronización de los instrumentos de la razón. En el siglo XIX, con el Romanticismo, se dio la exaltación de las pasiones y de la emotividad. A lo largo del siglo XX, el mundo racional y el afectivo estuvieron a la gresca y solo al final del mismo se intentaron aunar ambas constelaciones. Es lo que Goleman llamó la inteligencia emocional, conjugar de forma armónica ambos ingredientes.

En la novela Climas, André Maurois describe a su protagonista, Phillipe de Marcenant, como un joven sensible, observador, que se enamora perdidamente de Odile, una jovencita de belleza etérea, desdibujada, huidiza, y de psicología frágil. Phillipe idealiza en exceso a esa muchacha y cuando viene la realidad del día a día, bastante más prosaica, aparecen las desavenencias, los momentos malos, la falta de diálogo, los silencios prolongados, la lista de reproches… Es un claro ejemplo de analfabetismo afectivo. Para vivir en pareja y que eso funcione hay que tener una preparación psicológica adecuada y conocer cómo funciona la convivencia, y sus principales reglas.

Las manifestaciones de esta incultura quiero clasificarlas en los siguientes apartados:

1º. Miedo o pánico al compromiso. Muchos jóvenes de hoy salen, entran, se relacionan, pero cuando se plantea que todo eso aterrice en un compromiso sólido reaccionan con miedo, ansiedad, gran desasosiego… o pánico o temor enorme a que eso no funcione, y salen huyendo. Solo quien es libre es capaz de comprometerse.

2º. Esa inmadurez afectiva se puede asociar con un buen nivel profesional. Se trata, por tanto, solo de un bajo nivel de conocimiento y manejo de ese campo. Se trata de buenos profesionales, médicos, ingenieros, arquitectos, abogados o gente con profesiones no universitarias que se desenvuelve bien en esas tareas, pero que paradójicamente sabe muy poco de la afectividad. Les cuesta amar, querer en el sentido de entregarse, y tratan de aplazar cualquier vínculo o unión. Pasarlo bien, pero sin otras miras.

3 º. Va apareciendo de forma gradual una cierta incapacidad para expresar sentimientos. Los sentimientos aparecen mediante el lenguaje verbal (las palabras), el lenguaje no verbal (los gestos), el subliminal (que se cuela entre los dos anteriores), el epistolar (escribir pequeñas notas de amor… esto ya es para nota) y en los lenguajes modernos de las redes sociales. Esas dificultades para dar cuenta de lo que uno siente se llama hoy alximitia (palabra latina que procede de a: partícula negativa; lexos: lenguaje; y timia: afectividad): no saber o no poder expresar afecto. Eso a la larga es una limitación psicológica bastante seria.

4º. Este tipo de hombre se centra casi exclusivamente en el trabajo. Se va produciendo en él una hipertrofia profesional, que a menudo se desliza hacia la adicción al trabajo: no tener tiempo más que para trabajar. Trabajar y ganar dinero, esos son los dos objetivos. Por ese derrotero, esta persona utiliza lo emocional como divertimento, pasar el rato, un entretenimiento sin más… como una exploración de sí mismo como telón de fondo.

5º. Siguiendo este curso de ideas, esa persona se en camina hacia una mezcla de egoísmo y egolatría. Pensar solo en sí mismo y tener una idolatría de suyo. Solo se centra en progresar profesionalmente, adquirir una adecuada posición económica y disfrutar y pasarlo bien. Todo se queda ahí. Se han evaporado los valores humanos y la palabra amor se diluye en encuentros sexuales puntuales, pasajeros, donde esa persona se busca a sí misma una y otra vez. Es la magia de lo efímero. Todo se torna intrascendente. No hay cabida para un amor auténtico. Es el monumento al individualismo.

Todo ligero, sin calorías. Es la vuelta del hombre light con otros ropajes. El hedonismo y la permisividad se sitúan en primer plano: el placer y todo vale. Ese joven que describo se mueve en esas coordenadas. Y de ahí se desprenden, desgajados, el consumismo y el relativismo. Un ser humano de poco valor, que termina cayendo sin darse cuenta en un gran vacío interior: sin moral, sin valores, es la ética indolora. Es la absolutización de lo relativo.

La persona verdadera necesita un amor auténtico: ese debe ser uno de los grandes argumentos de la existencia, incluso en los tiempos livianos en los que nos ha tocado vivir.

Enrique Rojas

Catedrático de Psiquiatría