EL POSTUREO

Esto es un trabajo que ha hecho una de mis hijas para clase, lo comparto porque me ha gustado un montón, no lleva mucho tiempo leerlo y es entretenido, ¡espero que os guste!

1. INTRODUCCIÓN

Desde que era niña, me ha gustado leer las biografías de personajes célebres, y, siempre que los autores definían su físico y los etiquetaban como seres atractivos y guapos yo me los imaginaba como el prototipo de belleza que tenemos hoy en día. Pero, cuando veía las fotos, me decía a mí misma que los autores tenían un gusto pésimo y que no sabían lo que era la verdadera belleza.

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Una de las biografías que leí era la Edith Stein, y la verdad, me sorprendió cómo la describían en el libro y cómo la veía yo en la realidad. La foto pertenece al año 1914, pero, examinando muchas de las fotos de esa época (retratos de los amos de una casa, anuarios o soldados que murieron en la guerra), tienen todas el mismo estilo pero con un fin distinto al que muchos tienen hoy el día: el recuerdo. No sonríen, no “posan”, sólo quieren la imagen para conmemorar aquel día.

De lo que voy a hablar es de cómo vemos nosotros las imágenes ahora, el sentido que tiene el llamado “postureo” y el impacto que tiene en nuestra sociedad.

2. ¿QUÉ ES EL POSTUREO?

El término postureo definido por la RAE (sí, aunque no lo creas está reconocido) viene descrito así:

“Dícese del conjunto de actos y actitudes que convergen en la consecución, o intento de acercamiento hacia un estatus social correspondiente a una categoría diferente de la persona que lo ejerce”.

En otras palabras, es mostrarse como algo que no se es, es dar a entender a través de una foto o un vídeo una escena que no es la verdadera realidad.

Es plasmar en imágenes momentos para que los demás los vean. Pero traducidos al pensamiento humano, una foto en Instagram bailando con una copita en la mano, puede querer expresar muchas cosas, como “mira, este fin de semana he salido de fiesta”, o, siendo un poco más retorcidos, cuando se acaba de terminar una relación es un “mira que bien estoy sin ti”.

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Es un lenguaje totalmente distinto, ya no te diriges a la persona para contarle algo, porque ella ya lo sabe antes de que tú cuentes nada, simplemente porque tiene cuatro cuentas en las redes sociales.

Voy a poner un ejemplo: son las diez de la mañana de un domingo de resaca, y los “500 amigos” de Laura (por poner un nombre) ya saben por Twitter que está pasando por un mal momento porque su relación se ha acabado, por Snapchat que se había emborrachado, por Facebook que la noche la empezó como Olivia Newton John y la acabó como Amy Winehouse, y por Instagram que tiene un montón de amigos guapos porque la foto ha pasado por ocho filtros antes de ser subida. Cuando la realidad de todo esto es que se pasó horas arreglándose con sus amigas y se hicieron cuarenta y tres fotos por aburrimiento de las cuales UNA después de ser mil veces retocada la subió a Instagram. Su “amiga”, a la que no le importa dejar mal a los demás subió cuatro a Facebook sin preguntar, un desconocido le grabó un vídeo de Snapchat mientras estaba borracha y tuiteó a las cuatro de la mañana que echaba de menos a su ex.

Esto es el postureo.

El problema de las redes sociales no son las imágenes que continuamente publicamos, porque no tiene ningún mal en sí, sino saber canalizarlas en el verdadero momento y dirección.

3. LOS PROBLEMAS DE LA GENERACIÓN MILLENNIAL

El término Millennial viene dado a que son la generación que se hizo mayor de edad con la entrada del nuevo milenio: son aquellos nacidos entre 1980 y 2000 (aproximadamente) que tienen unas características propias, es decir, tiene una personalidad. Son los hijos de la generación del Baby Boom.

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Con esto no quiero decir que todos tengamos la misma personalidad, sino que todos los de esta generación estamos influidos por cosas muy parecidas.

Somos una generación en la que estamos muy bien preparados académicamente, gracias a los numerosos avances que ha habido en la sociedad. La pega, es que estamos mal acostumbrados a la “buena vida”, que mal llevada puede desembocar en una enorme prepotencia.

Constantemente se publican artículos de lo bueno que es querer a los demás, la dieta sana, y tener una mente equilibrada. Y muchos piensan ¡es verdad, cuánta razón! Por lo que, los que tienen un poco de cabeza lo pondrán en marcha, y los que no, volverán al postureo, que es lo que vengo a analizar:

  1. Querer a los demás

    A muchos de nosotros, nos han educado de esta forma: nos han enseñado que hay que preocuparse por los demás. Pero no todos lo entienden, ya que la distorsión entre el mundo real y el virtual genera mucha confusión.

    En la siguiente estadísica se muestran los motivos por los que actúan los agresores escolares (sacada de febrero de este año) :5..jpg

    Y se refleja, que el objetivo del respeto a los demás no está muy logrado. Nos topamos constantemente con este tipo de artículos que nos informan sobre lo que está pasando, pero está más de moda, y es mucho más atractivo tener como portada en Facebook una foto con un montón de africanitos sonriendo que una con el “aislado socialmente” de la clase. El postureo no es irse a países pobres a ayudar a los demás (que ojalá esto se mantenga), sino cometer la hipocresía de gastarse 2000 € en un viaje para construir un colegio en una ciudad perdida del África Subsahariana y luego no ser capaz de poner la mesa en casa o de hablar con cariño a la familia, porque claro, no es lo que se lleva.

  2. La vida sana

    Todas las páginas web de las revistas de moda tienen un apartado “fitness” o “alimentación y nutrición” que habla de lo de moda que está entre las modelos de Victoria’s Secret las tres b: ballet, boxeo y bici; lo buenas que son las semillas que contienen un montón de fibra y lo detox que resultan los famosos “batidos verdes”. A día de hoy fuma mucha menos gente, se promueve la comida sana y el deporte, y, a veces, como no, se lleva a los extremos. La última moda que pasó por las redes y está calando en los institutos es la siguiente:

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    Tu cintura debe medir lo que mide un DINA4”. La cosa va de que, si lo consigues ¡felicidades!, subes la foto a las redes y formas parte de ese grupo selecto de chicas que “se cuidan un montón”.

    Por otro lado, a raíz de esto, surgieron (como siempre) críticas del extremo totalmente opuesto que decían que cada uno tenía que aceptarse como era. Esto también es verdad, pero volviendo al punto de partida (al mal entendimiento de las cosas), se publicaron numerosos artículos que prácticamente defendían la obesidad. O blanco o negro.

  3. La mente equilibrada

    Otra de las prácticas que está muy en boga es subir fotos con mensajes que pongan cosas como “haz que la vida valga la pena” o “tú puedes con todo”. Y, ¡qué bonito es pensar todo esto! Pero nada puede estar más alejado de la realidad, ya que, según las estadísticas, el 40% de las personas en España padecen ansiedad o depresión.

    Una sociedad un poco bipolar, que se muestra en la red de una forma muy positiva, y por dentro está totalmente destrozada.

4. EL EFECTO LIKE

Si entramos en la red social de cualquier persona, sin conocerla mucho, el número de “likes” o seguidores que tiene en cada una de sus cuentas nos pueden orientar a conocer su popularidad en las redes sociales. Constantemente se publican artículos como “Kendall Jenner es la modelo más famosa en Instagram” o “Gigi Hadid cuenta con más seguidores que su hermana”, y, como la generación Millennial quiere seguir sus pasos, piensa que el éxito está en tener la aprobación de mucha gente en las redes.

Todo muy estratégico.

    Una adolescente que quiere tener seguidores, no subirá a secas una foto de una excursión. Probablemente de las tres fotos que ha sacado haya cogido una, la haya cortado para que no se vean sus “cartucheras” y le haya puesto mucho brillo para tapar las ojeras y los granitos. Pero ¿está mal querer salir bien en una foto? Por supuesto que no, lo que es preocupante es dejarse dominar por ellas. El like es el boca a boca de hoy en día. Cada vez que alguien marca me gusta en algo, sus amigos verán su nombre y la foto o anuncio debajo.

Por esto, muchos adolescentes canalizan su autoestima en el número de gente que los sigue en Instagram o en el número de amigos que tienen en Facebook.

La autoestima, se reconoce como un indicador del desarrollo personal fundado en la valoración, positiva, negativa o neutra, que cada persona hace de sus características cognitivas, físicas y psicológicas.

El problema radica en que si la autoestima se desarrolla en algo superficial (como lo que vemos de los demás) en vez de basarse en lo bueno que se tiene de uno mismo, se crea un círculo en el que las decisiones que se toman dependen continuamente de los demás.

Esto influye mucho en las decisiones políticas, morales y de desarrollo del carácter porque si una persona quiere imitar a toda a costa a otra sólo por el número de seguidores que tiene, intentará ser quien no es y pondrá un obstáculo en la felicidad que podría alcanzar si intentase desarrollar sus puntos fuertes.

El psiquiatra Enrique Rojas, autor de muchos libros de los que habla sobre este tema, nos dice que hay cuatro pilares para tener una vida plena: el amor, el trabajo, la cultura y la amistad. Según él “la felicidad consiste en tener un proyecto de vida coherente y realista en donde necesitas sacarle el máximo partido a esta tetralogía que circula dentro de nuestra forma interior”. Y nos aconseja los siguientes puntos para reforzar la autoestima:

  1. Reconoce y valora las cosas buenas que tienes.
  2. Identifica dos errores de tu conducta y lucha por corregirlos en los próximos meses.
  3. Céntrate en la tarea que tienes entre manos en este momento.

Y es cierto, a todos nos gusta gustar, que nos miren y nos reconozcan. Cada uno tendrá su punto: la inteligencia, la belleza, la cultura… pero no es bueno caer en el autoengaño, ya que, aunque esas cosas forman parte de nosotros, no podemos basarnos en que la gente nos querrá solo por eso, ya que quien nos quiere de verdad, nos quiere como somos al completo. Nos gusta el físico, sí, pero nos enamoramos de la persona.

5. ESCLAVOS DE LA PASIÓN

El título pertenece a un capítulo del libro “Inteligencia Emocional” de Daniel Goleman. Dice que “el dominio de uno mismo, esa capacidad de afrontar los contratiempos emocionales que nos deparan los avatares del destino y que nos emancipa de la «esclavitud de las pasiones» ha sido una virtud altamente encomiada desde los tiempos de Platón […]. El intento de acallar las emociones conduce al embotamiento y la apatía, mientras que su expresión desenfrenada, por el contrario, puede terminar abocando, en situaciones extremas, al campo de lo patológico (como ocurre, por ejemplo, en los casos de depresión, ansiedad aguda, o cólera desmesurada).  La vida está sembrada de altibajos, por eso debemos mantener el equilibrio”.

Otro tipo de postureo, que yo diría que es el más peligroso, es el de publicar esos extremos constantemente en las redes sociales, que al fin y al cabo corrompen la intimidad de la persona. Es otra moda, un intento fallido de hacerse fuerte diciendo al mundo que no le importa que todos sepan sus secretos. Puede parecer un desahogo, pero en realidad demuestra inseguridad y falta de confianza.

Para que se entienda mejor: son mensajes, especialmente de adolescentes en plena revolución hormonal y de adultos que demuestran una clara inmadurez que, sin querer, dicen mucho más de sí mismos de lo que probablemente quieran. Y en algunos, solo por esos picos emotivos que publican, se refleja claramente su inestabilidad, y de otros, leyendo entre líneas, se puede saber cómo les trata la vida.

La intimidad, es la “zona vip” de una persona, algo importante en cada ser humano, y sin querer, sólo por el deseo de hacer estas cosas públicas mostramos mucho más de lo que queremos. Si yo te dijera que las siguientes imágenes son de la misma persona, sin conocerla ya me podrías decir que tiene un hijo, problemas económicos, y no está del todo contenta con su imagen.

No voy a juzgar más o menos lo que publican los demás, ya que los ejemplos anteriores son algo muy común en la sociedad, pero sí he visto posts (pocas veces) que dicen cosas como “te odiaré para siempre” o “mi vida es una mierda”, que claramente reflejan la poca importancia que se puede dar alguien a sí mismo o a los que tiene alrededor; y en consecuencia un desequilibrio personal.

6. NOS GUSTA EL HUMOR ESPAÑOL

No soy española de nacimiento, pero me he criado aquí, y me hace reír lo mismo que al resto. No quiero que esto se base en continuas malas críticas, ya que todo en extremo es malo.

He de reconocer, que la cultura española del “postureo” no se limita solo a dar la imagen que no se tiene: mucha gente lo usa también para reírse o para hacer reír a los demás.

Cómicos como Daniel Rovira , Jorge Cremades o José Mota lo recrean muy bien en sus vídeos, ya que tienen la capacidad de imitar las situaciones que nos suceden a todos sin caer en la vanidad (o al menos eso pienso yo) con tal de hacernos pasar un buen rato.

Mismamente, dentro de las redes hay una página en Facebook que se llama “Postureo Español”, y no hace excepciones. Se ríe de todo y de todos, y nos hace ver que todo puede tener un lado divertido publicando imágenes como estas:

Al ciudadano español, le gusta reírse de sí mismo, y aquellos que tienen un mínimo de inteligencia emocional saben desconectar de sus problemas gracias a este tipo de cosas.

Pero no todos saben verlo, ya que depende de cómo haya desarrollado cada uno su personalidad para tener un punto de vista positivo. Puedes ser un gordo asqueroso o estar fuertecito, y puedes ser el tímido sin habilidades sociales que intenta ser ignorado por miedo al rechazo o el misterioso reservado e inaccesible que no habla, pero desprende un halo interesante.

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7. EL PUNTO FINAL

¿Cuál es el desenlace de todo esto? ¿Qué puede buscar la generación Millennial? Está claro que busca la aprobación, encajar, y como fin último la felicidad. Pero ¿realmente usamos las redes sociales porque somos felices o como medio para ser felices?

La cuestión radica en que cada uno se plantee pensar cuánto se conoce. Reconocer que tiene humanidad, y que el sufrimiento, aunque no se publique como modelo a seguir, forma parte de nuestra vida.

Y no es tan complicado, una gran parte de nuestros problemas se basa en el autoengaño, y cosas tan simples como pedir perdón o dar las gracias pueden enredarse si no tenemos claro lo que queremos. Lo refleja muy bien la navaja de Ockham: «pluralitas non est ponenda sine necessitate», las cosas esenciales no se deben multiplicar sin necesidad. Ya que cualquier problema tiene solución, y para infinidad de problemas hay infinitas soluciones, unas más sencillas que otras.

Hay que salir de la caverna de Platón, y, poniendo los pies en la tierra, hacerse consciente de la realidad que nos ofrece el mundo para saber manejarla con equilibrio.

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5 claves para protegernos de las personas tóxicas

Muy bueno este post de comprender es aliviar.

En ocasiones somos nosotros los que permitimos que accedan a nuestro círculo más cercano esas personas tóxicas, egoístas, inmaduras, insensibles u orgullosas.

5 claves para protegernos de las personas tóxicas

 

La voluntad es lo más importante

Me ha gustado muchísimo este artículo del  psiquiatra Enrique Rojas.

Querer es determinación, firmeza, propósito decidido, solidez en el empeño de alcanzar algo costoso de entrada y valioso de salida.

LA VOLUNTAD ES LO MÁS IMPORTANTE

«No hago lo que deseo ni lo que me pide el cuerpo, ni lo que me apetece, ni lo que es mejor para mí. Voluntad y felicidad forman un binomio muy estrecho. No se hacen las cosas simplemente por placer o porque a uno le guste, sino por llegar a lo que uno se ha propuesto. La voluntad bien educada lleva a la realización más completa de uno mismo. La educación de la voluntad patrocina la alegría. La voluntad nos lleva, como de la mano, a una vida lograda».

La voluntad es la joya de la corona de la conducta, es la pieza clave para alcanzar los objetivos concretos. La voluntad nos determina. Hay que hacer una distinción entre dos conceptos próximos: desear y querer. Son dos pretensiones que navegan pilotadas por nuestra conducta. La primera se mueve por los sentimientos, mientras que la segunda es guiada por la voluntad. Desear es anhelar algo de forma próxima, rápida, con una cierta inmediatez. Querer es pretender algo a más largo plazo, pero teniendo el objetivo claro, bien delimitado y en donde hay una firme resolución de alcanzar esa meta. El deseo es más superficial y fugaz. Querer es algo más profundo y estable. Lo diría de otra manera: muchos deseos son juguetes del momento. En cambio casi todo lo que se quiere significa un progreso personal a medio largo plazo.

El campo magnético que deambula entre el desear y el querer forma una telaraña complejísima en el que ambos conceptos se cruzan, se entremezclan, se confunden, se avasallan, entran y salen, suben y bajan, giran, se esconden y luego vuelven a aparecer.

Todo esto da lugar a una tupida red de significados, con imprecisión a la orden del día. Los deseos son muy importantes en la vida y tiran de nosotros en una dirección determinada. Son importantes y le dan frescura a la conducta. Aprender a domesticarlos indica equilibrio y dominio de sí mismo. El deseo es siempre fuerza, impulso, tirón.

Movimiento apasionado que impele y se lanza en la dirección que el estimulo le provoca. En su seno se hospedan dos características: necesidad e impulso. El ser humano es un animal de deseos. Estos son fogonazos momentáneos a veces casi automáticos en donde uno se ve arrastrado por esa marea. El deseo es el registro primario de la afectividad.

Querer es determinación, firmeza, propósito decidido, solidez en el empeño de alcanzar algo costoso de entrada y valioso de salida. Voluntad es querer. La contabilidad de la vida personal está hecha de reverses y aciertos. En la ingeniería de la conducta la voluntad tiene un papel clave: es un parque jurásico de vericuetos y puentes levadizos y caminos serpenteantes ajedrezados por la búsqueda de algo que merece la pena.

Los deseos y los quereres se filtran por las rendijas de nuestro mundo afectivo silbando con su energía. Hoy se considera que la voluntad es una de las piezas claves en la arquitectura de la vida personal y es casi una segunda naturaleza. La educación de la voluntad es una tarea artesanal, lenta, progresiva, que se parece mucho al orvallo asturiano, al chirimiri vasco, a la charua peruana o a la cama chacha chilena: una lluvia fina que empapa la tierra y que cala en la profundidad del campo. Esto se refiere a la importancia de lo que en apariencia parece menudo y de escaso valor y que a la larga significa la costumbre de vencerse en lo pequeño. Son batallas menores, escaramuzas de escaso relieve en el día a día, pero que ponen de manifiesto la cultura del esfuerzo: un entrenamiento habitual para gobernarnos mejor.

Uno de los indicadores más claros de madurez de la personalidad es tener voluntad regia, firme, compacta, solida, consistente, de edificio románico o gótico. Y al revés una de las manifestaciones más evidentes de poca madurez, es tener una voluntad frágil, endeble, liviana, vulnerable.

La clave está en fomentar lo siguiente: hacer atractiva la exigencia, mirando fijamente al horizonte de la meta. ¿Cómo?: utilizando los instrumentos de la inteligencia, sublevando esfuerzos, no dándose uno por vencido cuando las cosas van mal. Elevándose uno por encima de las circunstancias adversas. Los esfuerzos y renuncias de ahora tendrán su recompensa. Saber esperar y saber continuar. Utilizar la voluntad sin recoger frutos inmediatos: esa es la clave. El verdadero objetivo de la voluntad es conseguir la victoria sobre uno mismo. Abrimos las puertas del autodominio y así no nos desviamos de la meta, nos entregamos con ardor a la tarea propuesta.

La voluntad es la capacidad para conseguir objetivos concretos y luchar, de forma recia, poniendo a la motivación como gran motor de la misma. El hombre superior mira por sobreelevación, no busca lo cercano, sino lo lejano. El hombre inferior vive aferrado a lo inmediato y busca la satisfacción pronta y eminente.

Lo mejor es llevar a cabo lo que yo llamaría una especie de tabla de ejercicios de gimnasia de voluntad: ahora hago esto sin gana porque es mi obligación; y después me aplico aquella otra tarea que me cuesta, porque sé que es bueno para mí; y más tarde me aplico aquello otro que me es costoso, porque sé que eso hará de mí una persona de una pieza.La costumbre de vencerme en lo pequeño. Es esencial ejercitarse en estos vencimientos que no reportan ningún beneficio próximo. Ahí vemos entrenamiento y aprendizaje. Hay que batirse con uno mismo porque el enemigo está dentro y fuera y tiene distintos nombres: pereza, apatía dejadez, abandono, cansancio de la vida o búsqueda de lo más cómodo.

Toda educación empieza y termina por la voluntad. Decían los escolásticos que la base de la conducta está en crear hábitos positivos: la repetición de esos actos nos hace valiosos. No confundir entre hábitos positivos y rutina. Lo primero es la educación continuada y, lo segundo, el comportamiento cansino, agotador y sin alma. No hay rutina cuando se procura poner amor en lo que se hace por pequeño que parezca. Educar no es solo conducir a alguien hacia lo mejor para sacar todo lo bueno que lleva dentro, si no también hacer que ame el esfuerzo y que este se vea como positivo y liberador.

Una persona con voluntad llega más lejos en la vida que una persona inteligente. Y a la larga es una especie de llave multiuso, que vale para casi todo.

No hago lo que deseo ni lo que me pide el cuerpo, ni lo que me apetece, ni lo que es mejor para mí. Voluntad y felicidad forman un binomio muy estrecho. No se hacen las cosas simplemente por placer o porque a uno le guste, sino por llegar a lo que uno se ha propuesto. La voluntad bien educada lleva a la realización más completa de uno mismo. La educación de la voluntad patrocina la alegría. La voluntad nos lleva, como de la mano, a una vida lograda.

Enrique Rojas, catedrático de psiquiatría